Sales de la universidad, empiezas
las prácticas y crees que todo va a ser maravilloso, que realmente te vas a
sentir “realizada” y que vas a poder enseñar, que es para lo que llevamos
formándonos tres años. Pues bien, como comúnmente se suele decir, yo me llevé
la primera en la frente, mis ilusiones quedaron a un lado y empecé a sentir
desencanto, me empecé a desilusionar y llegué a pensar que quizás lo que yo
quería ser no estaba ahí, ni era eso. Es probable, que en otra situación y en
otro momento de mi vida, yo no lo hubiera visto así. Creo, que si ya tuviera mi
carrera y lo que buscase fuese trabajo, pues lo hubiera aceptado, dentro de mi
aula hubiera trabajado acorde a mis principios y se acabó. Pero esa no era la
situación, la situación era que yo quería aprender, disfrutar y coger
referencia, convirtiendo a mi tutor en referente. Todo esto me empezó a generar
un desequilibrio emocional que yo no sabía cómo solucionar, y tampoco era capaz
de intentar disfrutar lo que tenía, porque no consideraba que me tocase vivir
eso, que me lo mereciese.
Según mi madre, luchando por lo
que quiero bajé a la universidad, desde mi punto de vista sólo quería un poco
de ayuda dentro de tanto desesperación. Y lo conseguí, hablé con Paloma, hablé
con Irune y me ayudaron a ver un poquito de luz en el caos mental que yo tenía.
Llegué al nuevo centro, y empecé
a maravillarme con cada paso que daban. Hacían todas y cada unas de las cosas
que yo había visto en la carrera, y que me parecían métodos fabulosos para que
los niños interioricen los conceptos. Además, me tocó en el ciclo que quería,
me habría dado igual uno que otro, pero me encantan los chiquinines y los
vínculos que crean con el profesor. Ahora, estoy haciendo mis prácticas en un
aula de segundo de Primaria. Mi tutora es un gran referente de la que estoy
aprendiendo muchísimo, porque ella disfruta enseñando, se divierte y es feliz
haciendo su trabajo, y yo siempre he dicho que maestro sin vocación no debería
de ejercer. He trabajado con el numerator, que nos lo enseñó Mónica y que en
vivo y en directo es aún mejor. He trabajado con cartas, con el bingo… y todo
para que los niños entiendan el sistema decimal. Trabajo con títeres para que
los niños aprendan teatro y adquieran soltura en Lengua. Me gusta porque dejan
de lado la educación convencional, que va ligado al libro, por un aprendizaje
claramente significativo.
Mi clase es la de los
Titiriteros, y hoy hemos trabajado con Títeres, y ahora si puedo decir que la
magia que logran transmitir los niños no se consigue en ningún otro lado. Ver
sus caras de fascinación, sus ganas porque la historia no termine nunca y la
alegría y el divertimento… es increíble.
Estaba equivocada y gracias al
que esté arriba, me ayudaron a rectificar, a encontrar lo que realmente me
puede aportar formación, que es de lo que se trata. Además, tengo la suerte de
que estoy en un centro donde el trabajo cooperativo está a la orden del día, y
jamás lo había visto. Eso ayuda a los niños a no competir tanto entre ellos, y
les beneficia porque a veces el profesor no es capaz de explicar un concepto
con las mismas palabras que un niño.
En mi clase hay una niña que
tiene problemas, es hiperactiva y además cuenta con una adaptación curricular
de 3 años. Ella siempre me busca a mí, porque desgraciadamente nunca habían
podido prestarle tanta atención por falta de medios, ya que mi tutora no puede
centrarse en ella y descuidar al resto. El otro día, mientras todos hacían un
examen yo estaba con ella y la enseñé a escribir en minúsculas. Ahora no es una
profesional, pero ya hace sus primeros trazados y en parte es gracias a mí.
Después de eso, ¿qué más puedo pedir?
Estoy encantada, maravillada,
disfrutando y sin querer que esta etapa de mi vida acabe, y espero que cuando
eso tenga que ocurrir sea para dar paso a otra aún más alucinante. Me quedo con
todo lo que en este pequeño espacio de tiempo he vivido, lo malo me ha ayudado
a saber y a reafirmar quién quiero ser, me ha ayudado a ver que se necesita un
cambio en la educación y que tiene que hacerse ya. Evidentemente, de lo bueno
me quedo con la gratificación personal que supone saber que lo que haces está
ayudando a alguien. Magisterio es felicidad, es placer.
¡Estupendo! :)
ResponderEliminarTe lo anoto.